Esto para Dios...
Vamos a referir una curiosa costumbre secular en nuestro horno de la que se ha perdido memoria. Era común que un par de mujeres, puestas de acuerdo entre si, se ajustasen con el propietario para quedarse la atención del horno. Ellas eran las encargadas de mantener encendido el horno a primeras horas de la mañana, de controlar la cocción, de la organización de turnos de uso a lo largo del día y de su limpieza. El día de horno se aprovechaba para hacer patatas y cebollas azadas, bollos de higos, nueces, pasas, tomate, cazuela de patatas con bacalao, arroz al horno, boniatos, manzanas, pasteles etc., normalmente los días de horno no se cocinaba en casa. Las vecinas que horneaban daban una parte de la masa para pagar el servicio. Extendida sobre una tabla la masa se computaban dos “jemes” (unidad rustica de medida determinada por la distancia existente entre el extremo del pulgar y el dedo índice, separando el uno del otro todo lo posible). Un jeme era para pagar la poya a las mujeres que...