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Mostrando entradas de mayo 25, 2008

A emblanquinar que llega el Corpus

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Cuando se aproximaba el Corpus las mujeres gaibielanas se apresuraban a comprar los “turroces” de cal a algún vecino que se había traído una carretada de cal y preparar un perol de agua para ponerla a “amerar” una semana. Con ropa vieja y un pañolón atado en la cabeza, con un pozal lleno de cal y un pincel de esparto y con el rabo largo (una caña generalmente) empezaba de buena mañana a dar brochazos a la fachada de la casa y a las paredes del corral Esta faena no podía descuidarse porque las lluvias y el sol hacían que las paredes fueran, que iban engordando con los sucesivos repintes, se desconchasen y cayese al suelo. El roce, las salpicaduras del barro, los desconchones afeaban las fachadas y llegando el verano urgía darle un lavado de cara a la vivienda. Así que procedía emblanquinar la casa entera una vez al año y, de tanto en tanto, el “arrimadillo” y los “morricos” que eran los bajos de las paredes, las partes más expuestas a la suciedad y desconchones. Las fachadas quedaban re

¡A cenar pronto para poder ir a las flores!

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Con la llegada del buen tiempo y tras las lluvias invernales, el campo comienza a cubrirse de un verde intenso y de los colores y aromas de las flores ¡Es el apogeo de la primavera! Con el mes de mayo se produce una explosión de vida en la naturaleza, comienza con vigor un nuevo ciclo cargado de vitalidad. Mayo es la expresión del poder fecundo de la vida. En la escuela, cada tarde de mayo, los niños y niñas de primera comunión eran los encargados por los maestros de recitar versos marianos, la clase organizada por turnos cada semana llevaba flores silvestres para ponerlas ante la pequeña imagen de la Inmaculada que había en el aula y cantaban aquella cancioncilla del: Venid y vamos todos con flores a Porfía, con flores a María que madre nuestra es (bis) De nuevo aquí nos tienes purísima doncella, más que la luna bella, postrados a tus pies. A ofrecerte venimos, flores del bajo suelo, con tanto fervor y anhelo, Señora, tú los ves. Venid y vamos todos… Otro tanto hacían los mayores. Al