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El Templo de Gaibiel (II). Fachada y portada

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Foto: Rocardo>maia. picasaweb.google.com/.../ZI3vBM7AKWbmRi1eoUwOdQ La fachada es de mampostería y sillería con remate mixtilíneo a los pies con volutas adosadas a los lados y remates de “pináculos con bola” en los extremos. En el centro superior presenta un óculo central de mampostería. Aprovechando la restauración del 2007 se abrió el vano de la ventana cegada que había sobre el coro, colocando la vidriera del Espíritu Santo (replica de la del retablo de la gloria de Bernini) que dota de mayor luminosidad la boveda de la nave central. Sigue el sencillo esquema compositivo de los templos valencianos de la época; prima la sobriedad en la ornamentación y la austeridad. Los sillares que se observan en ella nos informan de la traza y proporciones del antiguo templo, de dimensiones mucho más modestas. En la parte inferior, junto a un ventanuco a la izquierda de la portada, se observa un antiguo acceso cegado. Era una antigua puerta que permitía al alguacil entrar al campanario -sin te

EL TEMPLO PARROQUIAL DE GAIBIEL (I)

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La documentación conocida -hasta el presente- permite afirmar que en 1277 ya existía en Gaibiel un templo cristiano [1] . Un edificio de modestas dimensiones (aproximadamente la mitad de ancho y largo que el actual). Era la antigua mezquita reconvertida, que tras la reconquista, comenzó a ser administrada como Vicaría de moriscos. El eremitorio de San Blas, que presenta traza propia de un gótico rural, rustico y sobrio, es edificación cristiana posiblemente elevada sobre restos ancestrales de los primeros asentamientos y culturas que por el lugar pasaron. A mitad del S. XVI, el Obispo Gaspar Jofre de Borja [2] configura canónicamente el lugar como Rectoría de moriscos y la pone bajo el patrocinio del apóstol San Pedro Apóstol. Posteriormente el templo se erige canónicamente como parroquia en el año 1597, cuando el obispo Feliciano Figueroa remite la propuesta de creación de nuevas parroquias al monarca Felipe II, logrando para Gaibiel -entre otras poblaciones de la diócesis- la elevac

De pordioseros y mendicantes

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Los andariegos mendigos visitaban periódicamente Gaibiel. Por los caminos se decían unos a otros en qué casas se ejercía la caridad, aquellas en las que tendrían, al menos, un mendrugo asegurado. La calidad de las fachadas, puertas y balcones informaba a los mendigos de los posibles que aquella casa ofrecía y solían orientarse por ellas. Recorrían las calles “pordioseando”. El origen de la palabra proviene de los mendigos y pedigüeños que pedían limosna invocando a Dios, con fórmulas: «una limosna, por Dios» o «déme algo, por Dios». Pordiosero salió de ese “por Dios”, al que se añadió el sufijo -ero, propio de los nombres de profesión (panadero, zapatero, torero…), porque tales mendigos eran «profesionales» del limosneo. Entre las diversas tipología de Pordioseros tenemos al pobre, el mendigo, el pedigüeño, el mendicante, el desvalido, el necesitado, el mísero… De entre ellos los que mas fortuna tenían eran aquellos que exibían su mal: los ciegos, los tullidos, los enfermos… Sus ropas

A dar la cencerrada.

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Cuando en la villa tenían lugar unas segundas nupcias o matrimonios de edades muy desiguales entre los novios (se casaba un viejo con una joven o una vieja por segunda o tercera vez) o en matrimonios de conveniencia (es decir, cuando los padres obligaban al hijo o hija a casarse con un tonto o tonta por interés económico)… se les hacía a los novios una sonora cencerrada. Una vez corrida la voz del enlace, fuera porque algún allegado se iba del pico, fuera porque lo soplaba el sacristán, o porque se montaba guardia, difícilmente los novios se escapaban sin la ensordecedora cencerrada y del bochorno de verse acompañados al templo entre alboroto y burla. Los vecinos cogían de la casa o de la cuadra, cualquier utensilio susceptible de hacer mucho ruido. Generalmente esquilones o cencerros; pero también servían sartenes, almireces de bronce o carracas que emitiesen sonido fuerte, rústico, desapacible y de efecto grotesco. El diccionario de la RAE define la cencerrada como un ruido molesto

Noche de Reyes...

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De todas las noches del año la más mágica y repleta de ilusiones es, sin lugar a dudas, la del cinco de enero, Noche de reyes. En Gaibiel, la austeridad de sus gentes, desconoció secularmente la hermosa escenificación con que se celebraba la venida de sus Majestades de Oriente en otros lares. Aquí amanecían, sin más, los escasos y humildes regalicos en el balcón, junto a las desgastadas alpargaticas -que se habían dispuesto allí- acariciando el deseo de que los reyes no pasasen de largo sin dejar caer alguna cosica. La sencilla y rudimentaria cabalgata de reyes se organizó -por vez primera en Gaibiel- recién terminada la guerra. Fue promovida por el cura, recién llegado, Don Manuel Gil con la colaboración de la maestra Dª Mercedes Aliaga. Ilusionados realizaron, con algunos ayudantes, el vestuario de los Magos: las coronas con cartón revestidas de papel plata; con lana de los colchones, cosieron las barbas y pelucones, las capas las pidieron prestadas de algún vecino y con feccionaron

Los impuestos civiles más comunes...

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Recojo aquí sólo algunos de los más significativos impuestos y gravámenes que -durante siglos- hubieron de pagar al fisco los pobladores de estas tierras y de los cuales aún queda algún vago recuerdo en los muy mayores de haberlos oído referir a sus antepasados. El sistema rentístico que heredó el siglo XIX era complicado, en cierto sentido absurdo y dispendioso, conformado por: la alcabala, los cuatro unos por ciento, los millones, la sisa, el quinto y millón sobre la nieve, el fiel medidor, el estanco del tabaco, las aduanas interiores y otros gravámenes que pesaban sobre nuestro maltrecho pueblo. Presentemoslos brevemente: LA ALCABALA . Era el impuesto indirecto regio cobrado desde la baja edad media hasta el siglo XIX, que gravaba las transacciones económicas. Obligaba al pago del 10 % sobre valor las compraventas. Se cobraba, sobre el vino, vinagre, aceite "sobre todo lo que se vendiese, trocase, cambiase o permutase". Muy pocos artículos estaban exentos de este gravame

Los instrumentos para medir y pesar

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El sistema de trueque, que regía en las sociedades rusticas, buscaba equidad y objetividad en las transacciones con el empleo de unidades e instrumentos de medida. Unidades que se han empleado en los intercambios de nuestros antepasados secularmente y para nosotros -hoy- en desuso y desconocidas. Hagamos un intento de aproximación a las más empleadas en Gaibiel, como en cualquier sociedad agrícola del pasado. Medidas de superficie. Las unidades para medir la superficie, en las poblaciones agrarias, eran muy importantes por cuanto la subsitencia dependía del cultivo. Tradicionalmente para medir superficies grandes se empleaba como referencia el mismo trabajo del labrador (el jornal...), o cantidad de simiente necesaria para la sembra de una viña o bancal (como el cuartal...), etc. Las más usadas eran: El jornal : era la medida casi exclusiva de las viñas, equivale a medio cuartal, o la superficie que un jornalero era capaz de cavar en un día. El cuartal : Era la cuarta parte de una fane