Cuaresma Gaibielana de antaño


En Gaibiel, como en el resto de la cristiandad, cuando terminaba el carnaval, el júbilo de la fiesta se tornaba en ruda penitencia cuaresmal y, ello donde mayormente se percibía era en la mesa, donde el lujurioso tocino se cambiaba por la amojamada arenque o el bacalao.

La santa Cuaresma para el pueblo cristiano, es un tiempo de santificación y purificación a través de la austeridad, la penitencia y las buenas obras como preparación a la Pascua. En este tiempo, eminentemente penitencial, son prácticas típicas el ayuno, la oración, la limosna y la más popular, la abstinencia.

Si el consumo del guarro identificaba en españa al cristiano viejo y devoto durante los trescientos veinticinco días al año, el bacalao lo confirmaba durante los cuarenta de la Cuaresma que completan el año. San Gregorio Magno (540-604) en su carta a San Agustín de Canterbury recoge ya la práctica de la abstinencia carne durante la Cuaresma: «Nos abstenemos de carne y de todo aquello que viene de la carne; la leche, el queso y los huevos».

En Gaibiel la imposición de la ceniza se hacía por la mañana, en las dos Misas: la Misa primera, la del Vicario, para quienes apenas clarear el día tomaban camino del bancal o del monte con una sardina de bota y un mendrugo de pan –junto al saquito con higos secos y nueces-; y en la del cura-párroco a las 9. Acudía todo el pueblo, incluída la escuela en pleno. Con el solemne: " memento qui polvus eris et in polvus reverteris" daban inicio así las prácticas cuaresmales.

En el Gaibiel de aquellos tiempos, huelga decir, por lo que a la austeridad espartana del modo de vida se refiere, que todo el año era cuaresma. Nicolás Chamfort (1741-1794) decía que «la sociedad está dividida en dos grandes clases: los que tienen más comida que apetito y los que tienen más apetito que comida». Gaibiel estaba poblado por los segundos.

En la cocina cuaresmal -para la observancia de la abstinencia- estaba marcada por pescado amojamado: la arenque, en Gaibiel denominada “sardina de bota” (por el cajón de madera en que se conservaba en la abacería) y el bacalao. Massimo Montanari, en su obra 'El hambre y la abundancia. Historia y cultura de la alimentación en Europa', escribe que el pescado conservado era alimento de pobres y clases bajas, mientras que tomarlo fresco era propio de gente rica. El pueblo humilde, que no podía costearse la bula que le librase de la prohibición de tomar carne, el más accesible de los alimentos acudía al bacalao y los garbanzos, las habas, las pencas y las patatas y espinacas … como sus compañeros.

En los pucheros cuaresmales del Gaibiel tradicional se cocían humildes guisos los miércoles y viernes: - el potaje de cuaresma(llamado potaje de vigilia por ser igualmente propio del resto de los viernes del año, en que también se cocinaba sin cárnicos), que podía ser : espinaca o berzas, garbanzos, huevo duro, patata a tacos y colas de bacalao con un sofrito de cebolla, laurel y ajo; o “viudo” es decir con la triste verdura). - La ollica de cuaresma (sin carne); - las “almondigas” de bacalao; - el bacalao “desmigao” (con un poco de harina rehogada, cebolla y pimiento rojo); - o un pisto con huevo y tomate “revolcao”.

En el templo: Se cubrían las imágenes con telas moradas oscuras, se corría un gran cortinaje quitando de la vista el retablo del altar mayor, se desnudaban los altares laterales, y no se permitían las flores.

Los viernes se rezaba el vía crucis en el templo. Algunos vecinos mantenían aún a primeros de siglo la vetusta costumbre –heredada de sus mayores- de hacer las cruces en el viejo calvario, anejo al cementerio antiguo (en 1926 se inauguró el actual).

En cuaresma se intensificaba la oración y se intensificaba la piedad con un sucerse de novenas y rezos en el siguiente orden: - los nueve domingos de San José; entre los que se intercalaban, sin interrupción, la novena a san Francisco Javier, después novena al Sto. Cristo de la sed y el ejercicio de las yagas; a continuación el septenario de los Dolores (que había de concluir con el viernes de pasión).

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