Las rondas de pascua


Con la Pascua, entrada la primavera, afloraba el carácter festivo de la mocedad. La ronda que hacían los mozos era una costumbre muy arraigada en Gaibiel durante los días de pascua. Aires de jotica traía la tarde durante los tres días de celebración de la Resurrección de Cristo. De modo que, cada atardecida, las calles del pueblo se llenaban de arpegios y viriles voces que acompasadas y armonicas recorrían las callejuelas en gozosa ronda.


En la sociedad rural tradicional las rondas constituían una de las formas de diversión mas frecuentes; además de ser un modo de relacionarse socialmente ya que la mayoría de los mozos eran capaces de tocar algún instrumento o de acompañar con elementales percusiones realizadas con instrumentos improvisados como cucharas y botellas y que los bailadores gustaban, en ocasiones, de acompañarse al ritmo con dos cascos de teja o piedras del río regajo. Aprendían a tocar de sus mayores, y tocaban y templaban (afinaban) los instrumentos de oído, “sin saber leer música”.


Las rondas estaban formadas por instrumentos de cuerda: la guitarra y el laúd; además del acordeón. La incorporación de las bandurrias es más moderna. El repertorio que interpretaban las rondallas estaba compuesto por jotas aragonesas cuyas letras eran compuestas y perfeccionadas en el grupo de amigos. Muchas de ellas aprendidas en Aragón durante el tiempo de la siega a la que partían muchas cuadrillas de gaibielanos.


Las coplillas que echaban estaban compuestas sobre cuartetas octosílabas rimadas; algunas de ellas son:

"Por esta calle que vamos, / tiran agua y salen rosas / y por eso la llamamos / la calle de las hermosas". O en su versión dedicada a las mozas que les desairaban: "Por esta calle que vamos, / tiran agua y salen chinas / y por eso la llamamos / la calle de las gorrinas".

"Chiquica y regordica / como un grano de cebada, / lo que tienes de chiquica / lo tienes de resalada".

"Desde tu casa a la iglesia / he de plantar un jardín, / para que todas las flores / tengan envidia de ti".

"Quién fuera clavito de oro / donde cuelgas el candil, / para verte desnudar / y por la mañana vestir".

También se cantaban estas para la despedida:

"Si tuviera una naranja / contigo la partiría, / pero como no la tengo / ésta va por despedida".

"La despedida te doy / porque sé que la mereces, / que la hierba que tú pisas / después de seca florece”.


El recorrido de las rondas de pascua variaba a capricho de sus integrantes. Pero era muy frecuente que no dejasen de pasar por la calle mayor y dar la vuelta a la Plaza. La ronda iba tocando y cantando durante todo el recorrido, solían pararse en esquinas y en casa de alguna moza a la que alguno de los integrantes tenía intención de “echarle una jotica”.


Concluida la ronda, tras cenar (un escabeche, sardinas arenques, huevos fritos, jamón, chorizo, morcilla, etc.), para amenizar la velada, se hacia ruedo a la entrada de las casas donde cada cuadrilla celebraba su pascua y allí tocaban y cantaban animados por la barriga llena y una buena bota de vino. No faltaba nunca el buen humor, las ganas de divertirse, los chascarrillos y las chanzas… pero sobre todo –pese a la sorna- el saber estar y el buen gusto.

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