Fiesta de la Divina Pastora, el primer domingo de septiembre

La fiesta de los mozos del pueblo es de institución reciente. Fue a comienzos de la década de los años 1950 cuando, por indicación de un piadoso capuchino, el Padre Estanislao de la comunidad de Valencia se estableció el primer domingo de septiembre como día de la Pastorica. Ese año (1949) predicaba él la fiesta del Sto. Cristo de la Sed. Reparó en que la Divina Pastora –pese a gozar secularmente de una gran devoción popular en Gaibiel- no había recuperado, tras la guerra civil, su lugar entre los altares del templo, no existía imagen por haber sido destruida y tampoco se celebraba fiesta alguna en su honor. Por ello, animó a la mocedad a que se encargase la talla de una imagen, se levantase un altar y se fijase la víspera del Cristo como el día de la fiesta. Sugirió además que fuesen los mozos gaibielanos quienes se hiciesen cargo de la celebración, en clara correspondencia a la fiesta propia que ya tenían establecida las mozas, como hijas de María.

Se encargó su talla a la gubia del maestro Diez –el mismo que talló la imagen del Sto. Cristo- costeó la imagen con donativos de los fieles y con las recaudaciones de las funciones teatrales que se realizaban en la plaza de la posada y delante del ayuntamiento nuevo, ubicando el escenario en la pared del templo. Organizaba las mismas don Joaquín Rivera a la sazón secretario del ayuntamiento, hombre de gran inquietud cultural que dinamizó la sociedad gaibielana de su tiempo y organizó la banda de música.

La imagen entró en el pueblo con gran algarabía y fiesta, gustó mucho la talla a las gentes piadosas (a las otras gentes, ya se sabe que nada de la Iglesia había de parecerles bien). Y, desde ese año, la estructura secular de las fiestas del Cristo de la Sed se trasformó adelantándose un día, la llegada del predicador sería un sábado, y se quedaría para predicar las dos fiestas. El pueblo salía a recibirlo, entre aplausos y vítores, al arrabal junto con el cura y las autoridades acompañados por los sones de la banda de música. Desde allí iban, en festivo pasacalle, hasta la puerta del templo donde saludaba al Santísimo. La portada de la Iglesia se engalanaba con un hermoso arco de cañas. Las calles del recorrido, bien “arrujadas” se engalanaban con cubres. Desde el templo se organizaba el rezo del Santo Rosario por la calle.

Los mozos clavarios del primer año fueron: Elías Bonet, Antón de la Rulla, David Tomás, Jesús Soler, Manuel Calvo.

Nos cuentan los mayores que los predicadores siempre eran de mucho postín y que había pique para ver que año era el orador sagrado más brillante. Casi siempre eran frailes capuchinos o franciscanos, alguna vez carmelitas, se les solía pagar con aceite para la comunidad.

La estructura de la fiesta era similar a la de la actualidad, se hacían cargo de ella 4 o 5 clavarios, siempre mozos solteros. Comenzaba con su aviso con un Volteo general de campanas a la una de la tarde del sábado. La recepción del predicador en el “rabal” por la tarde. El rezo del Rosario por la calle. Al día siguiente Solemne Misa cantada, con lucida predica desde el pulpito, y se concluía con el canto del himno de la Pastora al final.

Himno de gloria cantemos
con santa y pura emoción
oraciones elevemos
del fondo del corazón.
Atiende nuestro canto
patrona adorada
y extiende tu manto
con dulce mirada
sobre Gaibiel rendido
con amorosos fervores
confesando agradecido
vuestros múltiples favores.

Es la Divina Pastora
que el Cid victorioso
dedican piadoso magnífico altar,
y al entrar triunfante
en este Gaibiel
es la celebrada
Virgen titular.
Himno de gloria cantemos
con santa y pura emoción
oraciones elevemos del
fondo del corazón.


Cada familia comía ese día una paella festiva. Por la tarde, a las nueve, se realizaba la procesión con la venerada imagen, con el itinerario de costumbre, acompañado por la banda, clero y autoridades. Al regresar al templo se cantaban los GOZOS a LA PASTORA.

A la Pastora querida
cantemos con voz sonora
misericordia Señora
que soy la oveja perdida.


1. De lejanas tierras vino
esta prenda, soberana,
hija de Joaquín y Ana,
Madre del amor divino.
Es en todo muy lucida
esta celestial Señor

2. En la tierra y en los rasares
es en todo prodigiosa,
y se ostenta milagrosa
con portentos singulares
pases los muestra sin medida,
como gran consoladora.

3. En un bajel ya, perdido
En su trinquete se vio
y a su presencia surgió
de las aguas sumergida
y la gente enternecida
dio gracias a, su patrona.

4. Con sus cintas y sus flores
cura. toda pestilencia
si el enfermo en su dolencia
las aplica a sus dolores
séanos pues en su partida,
y tránsito curadora,

5 Como Pastora, del cielo
en las sagradas misiones
con soberano desvelo
almas convierte a millones;
es de la, culpa homicida
de la muerte triunfadora.

6. Al alma, descaminada
por el mundo va buscando
y de tierra en tierra, andando
como fina enamorada,
seas alma agradecida
tus pecados gime y llora.

7. Sus ovejitas le forman
una corona de rosas
y con voces armoniosas
Ave María" le entonan.
¡Oh! Qué, nota tan florida,
en que el alma s e mejora.

8. Sois la Judit más valiente,
la Raquel más amorosa,
sagrada Ester más hermosa,
valerosa de su gente,
del pecador luz y vida
y su amante bienhechora.

A la Pastora querida
cantemos con voz sonora
misericordia Señor
soy la oveja perdida.


La Virgen María es pastora porque es madre del buen pastor y porque se preocupa de que el rebaño (la Iglesia), y de cada una de las ovejas en particular (los cristianos), vivan unidos su Hijo. María es pastora porque realiza muchas de las funciones del pastor, sobre todo defiende al rebaño. Con esta imagen se nos sugiere esa preocupación de María de ir en busca de la oveja perdida. María nos llama con su voz maternal para que regresemos al redil y podamos escuchar la voz del Pastor. Ella es la pastora que toma en sus brazos a las ovejas necesitadas: consoladora de los afligidos, auxilio de los cristianos."

Esa noche, después de la música y el baile, se realizaba la popular “cordá” una guerra pirotécnica. Los hombres y mozos se echaban a las calles desde -las doce a la una de la madrugada- con un zurrón repleto de cohetes, petardos. La salida era un carretilla con muchos cohetes de chorro ardiendo simultáneamente, también empleaban los denominados cohetes borrachos, colgados en una cuerda anudada de punta a punta de una calle y de la que iban soltándose y estallando. Destacaba por su magnitud y espectacularidad en la calle Mayor. Los de bengala eran los más lucidos y para presumir. Y andaban toda la hora correteando las calles tirándose cohetes sueltos unos a otros entre carcajadas y frases jocosas, siempre con buen ánimo. – “Ahí va eso! Que son de salvao”. Años hubo que hasta el cura (Don Manuel Mañez), sotana remangada, andaba por las calles tirando cohetes. A chamusquina olía esa noche Gaibiel, con los oídos atronados y con alguna que otra quemadura en las manos se acababa la juerga y entregaban las gentes al descanso.

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