Celebrar el Pilar

Como quiera que los repobladores de este solar, tras la expulsión de los moriscos, fueran traídos en su mayoría del reino de Aragón, trajeron consigo -no sólo sus humildes atillos y reatas de animales- sino sus más preciadas tradiciones y, entre ellas, una tierna devoción a Ntra. Señora del Pilar que ha pervivido hasta nuestros días.

La secular raiz de esta piedad la evidencia el que sin duda es el más antiguo de los retablillos cerámicos que se exiben en las calles de Gaibiel. Sito en la calle mayor, esquina con uno de los callejones que a ella confluyen, en la fachada de lo que antaño fue la taberna del tio Eliseo. El vetusto azulejo representa a la Virgen sobre el pilar, con el divino niño en brazos y de fondo la ciudad del Ebro. Sobre la cerámica se conserva aún una sencilla palometa que servía para colgar el humilde candil, que con su tenue llamita ardía en rogativa en tiempos de bonanza y de adversidad; siendo de estos los más temidos las traumaticas guerras deciomonónicas que en diversas levas reclutaban a la mocedad dejando al pueblo sin futuro. Debajo tiene una sencilla y tosca repisa donde dejar caer ofrendada alguna flor.

Como ocurría con el resto de devociones populares gaibielanas (ya descritas), las mujeres se reunían todas las noches –desde el cuatro de octubre- tras la cena ante el azulejo del Pilar para cantar fervorosas los nueve días de gozos. Otro tanto hacían las vecinas de la calle del Pilar desde que se colocara aquel otro azulejo (mucho más reciente). Sobre las nueve y a dos coros entonaban el texto que sigue:

GOZOS A NUESTRA SEÑORA DEL PILAR

Pues nos vinisteis a honrar
antes de subir al cielo.
Dadnos salud y consuelo
Madre de Dios del Pilar.


1. En aquella división
de todo el Apostolado,
Jacobo fue el enviado
a dar luz a esta región;
de España la protección
os dignasteis encargar.

2. El Apóstol con piedad
por España predicó,
y en Zaragoza paró,
donde con gran majestad
en trono de claridad
le viniste a visitar.

3. Os consagró el primer templo
que en el mundo se labró
a vuestro nombre, y quedó
para otros muchos ejemplo;
sois, Virgen, como contemplo,
nuestro escudo singular.

4. Fue apostólico el modelo,
y la obra angelical,
y aunque entró poco caudal,
vino este caudal del cielo:
pues vos, Virgen, en un vuelo,
allí os quisisteis quedar.

5. Sobre este Pilar, Señora,
para españoles y extraños,
ya mil y ochocientos años
permaneceis protectora:
de todos remediadora sois,
si os saben invocar.

6. Ni el arraigo aniquilón
ni el huracán agareno,
pudieron con su veneno
privar nuestra devoción:
la católica oración
nunca faltó en vuestro altar.

7. Movida del interés,
no sólo fue Zaragoza,
pues también Valencia goza
en un Pilar vuestros pies:
un devoto aragonés
os empezó a venerar.

8. Un magnifico convento
os labró el gran Guzmán,
vuestro español capitán,
para trono y vuestro asiento:
en donde con gran contento
os eligió titular.

9. Con amor y claridad
para más veneración,
fundó nuestra devoción
una devota hermandad:
espera en vuestra bondad
muchos aumentos lograr.

10. Con muy devota porfía
vuestra hermandad diligente,
del undécimo Clemente
alcanzó al cofradía:
fué sin igual la alegría,
al ver su ruego otorgar.

11. No sólo vuestra hermandad,
sino también toda Valencia,
espera en vuestra clemencia
alcanzar de vos piedad:
de vuestra benignidad
lo podemos confiar.

Pues estáis en ese altar
sobre los tronos del cielo.
Dadnos salud y consuelo
Madre de Dios del Pilar.

Concluido el canto una de ellas principiaba la salve y a su término recitaban la jaculatoria: "Bendita sea la hora en que la Virgen vino en carne mortal a Zaragoza". Y, tras despedirse las más, cada una enfilaba el camino de casa sobre las 9.30 excepto aquellas que consideraban cualquier ocasión buena para “pegar hebra” y ponerse a cortar algún que otro traje como remate a la faena de la jornada.
Los gozos también se cantaban en el templo al final de la solemne Misa Mayor con la que se honraba a la que era venerada como patrona de España y la Hispanidad.
Como se desprende del texto popularizado de los gozos la Virgen le habló al Apóstol pidiéndole que se le edificase ahí una iglesia con el altar en derredor al pilar y expresó: "Este sitio permanecerá hasta el fin del mundo para que la virtud de Dios obre portentos y maravillas por mi intercesión con aquellos que imploren mi ayuda".

También se cree que la Virgen le dio al Apóstol una pequeña estatua de madera. Según la tradición tras la aparición, Santiago junto a sus discípulos comenzaron a construir una capilla en donde se encontraba la columna, dándole el nombre de "Santa María del Pilar". Este fue el primer templo del mundo dedicado a la Virgen. Después de predicar en España, Santiago regresó a Jerusalén. Fue ejecutado por Herodes Agripas alrededor del año 44 d.C. siendo el primer apóstol mártir, luego sus discípulos tomaron su cuerpo y lo llevaron a España para su entierro. Siglos después el lugar fue encontrado y llamado Compostela (campo estrellado).
El Papa Clemente XII estableció la fecha del 12 de Octubre para la festividad de la Virgen del Pilar.
La basílica del Pilar ha sobrevivido a invasiones de diferentes pueblos y a la artillería de diversos ejercitos, particularmente significativos fueron los cañoñazos franceses en la guerra de independencia o las bombas de Guerra Civil española de 1936-1939, cuando tres de ellas cayeron sobre el templo y ninguna estalló en su interior.

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