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Esto para Dios...

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Vamos a referir una curiosa costumbre secular en nuestro horno de la que se ha perdido memoria. Era común que un par de mujeres, puestas de acuerdo entre si, se ajustasen con el propietario para quedarse la atención del horno. Ellas eran las encargadas de mantener encendido el horno a primeras horas de la mañana, de controlar la cocción, de la organización de turnos de uso a lo largo del día y de su limpieza. El día de horno se aprovechaba para hacer patatas y cebollas azadas, bollos de higos, nueces, pasas, tomate, cazuela de patatas con bacalao, arroz al horno, boniatos, manzanas, pasteles etc., normalmente los días de horno no se cocinaba en casa. Las vecinas que horneaban daban una parte de la masa para pagar el servicio. Extendida sobre una tabla la masa se computaban dos “jemes” (unidad rustica de medida determinada por la distancia existente entre el extremo del pulgar y el dedo índice, separando el uno del otro todo lo posible). Un jeme era para pagar la poya a las mujeres que...

El refranero de Agosto y el santoral

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Ni en agosto caminar ni en diciembre navegar. El sol de agosto cría aceite y mosto. Por agosto las tronadas suelen ser más pesadas. No estés al sol sin sombrero ni en agosto ni en enero. Agua de agosto: azafrán, miel y mosto. Por Agosto con las aguas primeras entra el otoño. Agosto todo lo seca menos el rostro. Agosto seca las fuentes y septiembre se lleva los puentes. A Agosto y septiembre pocos los entienden. San Marcos llena los charcos, Santa Rosa los rebosa y Santa Lucía los vacía. Por San Bartolomé tormentas ha de haber. Por la Virgen de Agosto a las siete ya está fosco. Cuando San Roque vuelve la espalda, el tiempo cambia. Por San Agustín hilan las mocitas el candil. Poco va de San Bernardo al estío, que sea más largo.

¡Ya han venido los segadores...!

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Transcurridas las seis u ocho semanas de dura faena de siega en las tierras bajas, en el sur de Navarra y Teruel… los segadores se aprestaban, como podían, a enviar recado al pueblo del día de su regreso. Algún viajero que iba de camino servía de recadero para decir: "que viene tal o cual cuadrilla" o remitían unas letras que el correo llevaba a su destino: "tenemos para tantas o cuantas jornadas por lo que regresaremos, regularmente, el día tal". Solían apalabrar con el dueño de los trigales la siega del año próximo e incluso comprometían el jornal que iban a recibir. Entre otros pagos a los que acudían los gaibielanos a segar, nos relatan los mayores las siguientes poblaciones: Alfambra, Pedregalejos, Pancrudo, Corbatín, Caminreal, Bañon, Navarrete, Barrachina, Godos, Nueros, Torrecilla, Portarubio, Torrelosnegos…). Habían sido semanas de ardua tarea y muy monotona; todos los días la misma rutina: Antes de amanecer ya estaba cada uno en su puesto, con su sombrer...

El día del Carmen en Gaibiel

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Entre los vetustos altares del templo de S. Pedro Apostol de Gaibiel, siempre hubo una hornacina singularmente entrañable y venerada, ante cuya peana nunca faltaba una lamparilla encendida ni una flor fresca, a su imagen acudían las mujeres con sus ruegos y plegarias: era la de la Virgen del Carmen. En torno a esta antigua y popular devoción se constituyó -a finales de la década de los cuarenta- la cofradía del Carmen, formada por las mujeres casadas. Ellas eran las encargadas de cuidar su altarcico, organizar su novena, costear la fiesta: Misa Solemne, traer un padre carmelita como predicador; y de la procesión vespertina que concluía con el canto de los gozos y la imposición de escapularios. A sus expensas se hizo el estandarte del Carmen y ellas se cuidaban del sufragio por las cofrades difuntas y de que no perdiesen el privilegio sabatino. GOZOS del Carmen Prodigioso y admirable Imán de nuestro desvelo; Nubecilla del Carmelo, Sednos protectora y Madre. 1.- Salve, Reina de los, cie...

Los veraneantes o la "colonia del higo".

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Uno de los aspectos más significativos del mes de Julio gaibielano era el desembarco de los veraneantes. Con el final del curso escolar la pregunta habitual entre la gente de la ciudad era: - “Vosotros ¿Dónde veraneáis?”. Antaño, veranear era un término de extensión familiar mucho más amplio que nuestro moderno concepto de “vacaciones”. Entonces el veraneo venía a durar algo mas de dos meses (de julio hasta pasadas las fiestas del Sto. Cristo de la sed) y veraneaba junta la familia entera: padres, hijos, abuelos, tíos solteros…). El veraneo de las clases modestas era rural, los destinos de playa sólo empiezan a imponerse en la década de los 60. De modo que quien podía se iba al pueblo, siendo el destino más socorrido, la casa de los abuelos. Y el que no podía también se iba al pueblo… los de ciudad, carecían de casa rural no tenían más remedio que alquilar una vivienda. Gaibiel, desde antiguo, recibía -todos los años- una masa de veraneantes valencianos de modesto nivel económico proc...

Refranero de Julio y el santoral.

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En julio ¿dónde anda el mozo? En la acequia o en el pozo. Julio caliente, quema al más valiente. Dice el labrador al trigo: para julio te espero, amigo. Junio y julio, la hoz en el puño. En julio es mi trigo y en agosto el de mi amigo. En julio, beber y sudar, y el fresco ni merece buscar. Un julio normal seca el manantial. Julio, lo verde y lo maduro. En julio, el melón echa color. Si en julio vienen solanos se va el fruto de las manos. Julio triguero, septiembre uvero. Julio calorero, llena bodega y granero. Por Santa Ana no hay borrica mala y por Santiago no hay mal caballo. Si llueve por Santa Ana, llueve un mes y una semana. Si quieres sandías por Santiago, siémbralas para San Marcos. Por Santiago, el buen nabo debe estar sembrado. Lluvia por Santa Margarita, más que dar, quita. Por la Magdalena, recoge tu higuera. De la Virgen de julio a la Virgen de agosto, la sardina está en sazón

A segar los campos

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En gaibiel se comenzaba la tarea de la siega apenas los trigos secaban, más o menos por el día de San Juan o San Pedro. Iba toda la familia a segar: hombres, abuelos y chicos. Si la mujer se quedaba en casa, se solía venir a comer al pueblo; y si iba a segar, se llevaba la comida al campo. Generalmente eran las abuelas las que se quedaban en casa cuidando a los niños de toda la familia entre ocho y doce pequeños. Si alguno caía malo, iban a segar sus tierras los familiares una vez que habían concluido las suyas. Muchos hombres de aquí iban de obreros a otros pueblos para la siega. Concluída la siega aquí, las cuadrilla se aprestaban a marchar a Aragon. De buena mañana los hombres -con sus atos y herramientas- salían camino de Caudiel para coger allí el tren que les llevaba a "tierras bajas" y al bajo Aragón. Estaban fuera entre seis y ocho semanas según el número de campos y poblaciones a las que acudían. Cumplidos los 14 o 15 años ya se consideraban aptos para coger la hoz....